El descanso nocturno no solo implica la cantidad de horas que pasamos en la cama, sino también la postura que adoptamos al dormir. Un estudio del University of Rochester Medical Center resalta la estrecha relación entre la calidad del sueño y la postura corporal, señalando su impacto directo en nuestra salud general.
Las diferentes posiciones al dormir pueden influir en nuestra salud de diversas maneras. Por ejemplo, se ha observado que dormir del lado izquierdo proporciona beneficios como una mejor circulación sanguínea, reducción de los ronquidos y alivio del reflujo gástrico, mientras que dormir del lado derecho podría favorecer la agilidad cerebral y reducir el riesgo de demencia.
Además de la postura, otros factores pueden alterar nuestra rutina de sueño y, por ende, nuestra salud. El estrés emocional, el consumo de estimulantes como la cafeína, la exposición a la luz de dispositivos electrónicos antes de dormir y un ambiente de sueño incómodo son solo algunos de los elementos que pueden dificultar el descanso nocturno y afectar nuestra salud a largo plazo.
Para optimizar la calidad del sueño, es importante considerar tanto la postura al dormir como los factores externos que pueden influir en nuestro descanso, adoptando hábitos saludables que promuevan un sueño reparador y revitalizante.