En el universo mágico de Disney, la historia de Cenicienta se ha entrelazado con la presencia encantadora de su hada madrina, un personaje emblemático que brinda magia y transforma su destino. No obstante, la verdad detrás del relato original de los hermanos Grimm revela un giro inesperado: ¡No hay hada madrina en su cuento original!
En la versión animada de Disney, la figura del padre de Cenicienta se desvanece, dejando espacio para el surgimiento de la icónica hada madrina. Sin embargo, en el relato de los Grimm, el padre no solo persiste, sino que se convierte en un punto crucial en la trama. Antes de partir, él consulta a sus hijas sobre sus deseos para traerles regalos de la feria. Cenicienta, con una solicitud singular, pide la primera ramita que toque el sombrero de su padre al regresar.
Este simple regalo marca un quiebre fundamental en la historia. Al recibir una rama de avellano, Cenicienta la planta en la tumba de su madre, donde brota un árbol gracias a sus lágrimas. Es aquí donde comienza su conexión mágica: Cenicienta visita el árbol diariamente, y un pájaro blanco se posa en sus ramas, otorgándole lo que ella desea, cumpliendo sus anhelos con vestidos y zapatos, pero sin la intervención de un hada madrina.
La magia en esta versión original reside en la naturaleza misma, personificada en el árbol y el pájaro blanco, quienes se convierten en los cómplices de los sueños de Cenicienta. «Arbolito, mueve tus ramas y sacúdete y échame oro y plata en mi delantal», susurra Cenicienta, invocando la asombrosa respuesta del árbol y el pájaro, cumpliendo sus deseos sin la intermediación de una figura mágica.
Así, la historia de Cenicienta se reimagina, revelando una esencia diferente y mágica, donde la fantasía se entrelaza con la naturaleza para conceder los anhelos de la joven, sin la presencia de un hada madrina, pero con una magia propia que embellece el relato de una manera única y encantadora.